Ahora es un momento de esos en lo que te apetece escribir, pero no sabes muy bien el qué.
Podría hablar del
(mal) tiempo que ha hecho este puente en la Sierra, y que sin embargo nos ha hecho darnos cuenta de que seguimos vivos. De que no todo es predecible, y de que tarde o temprano el Sol acaba apareciendo.
O podría contar como es pasar el día memorizando nombres raros, que al día siguiente ya has olvidado.
Podría describir paisajes desconocidos subida en una piedra y en buena compañía. O
crear caminos entre jaras en medio de la montaña.
Podría hablar de cenas y de
personas a las que tenías ganas de ver. Y muchas.
Podría hablar de cómo los abrazos tiene voz propia, y las sombras
cara de loco. De cómo se puede reír y llorar a la vez, y de cómo puede llegar un momento como éste y echar de menos todo aquello.
Podría contar como se acaba un domingo frente al odenador, escribiendo y borrando cosas, que alomejor estaban bien dichas pero no eran su momento o que saldrán con más fuerza en la próxima ocasión.
Se acaba un puente de desconexión, que hace que la vuelta a la rutina se haga a cada minuto más dura.
Nos tendremos que conformar con el recuerdo.
Hasta pronto.